Hablemos de los nuevos propósitos, ahora que celebramos el solsticio de invierno, ese momento de renovación en el que la oscuridad por fin mengua y la luz gana la batalla... hasta el verano. No dejaré de extrañarme al ver que sacralizamos un proceso que de extraordinario no tiene lo más mínimo. Antes sacralizo a las lentejas, que si quieres las comes y si no... como la constitución estofada con chorizo... Todo sagrado. Y me desvío. Perdón.
A lo que voy. A lo profano. A lo que se puede tocar. Internet, por ejemplo... La necesidad de regular internet para aquellos que mercadean con contenidos es fundamental. Suena mal mercadear, pero al pan, pan y al vino, vino. ¿Ley Sinde? No es eso de lo que os voy a hablar.