Al grano. El hombre y la naturaleza. La guerra.
Según Hobbes, hijo del realismo de Maquiavelo y precursor del liberalismo de Locke, el estado de naturaleza del hombre es el estado de guerra, ya que el hombre es un lobo para el hombre -cita a Plauto para expresar la maldad innata del Hombre.
Pero no concluyamos que esto es el principio de la paranoia universal -que también-. Sí que todos los individuos, activos, nos movemos según nuestros intereses particulares. Un realista no puede esperar otra cosa.
Para que desaparezca ese estado de naturaleza debe existir alguien que imponga su fuerza sobre los demás. Con la guerra de todos contra todos resuelta de forma probablemente violenta e inevitablemente acordada, nacerá un estado de paz en el que se pueda impartir justicia: el monopolio legítimo de la fuerza de Weber.
Más tarde nace Rousseau. Para él el hombre es bueno por naturaleza, pero la sociedad lo corrompe. ¡Trampa! Se basa en unos individuos pasivos (e irresponsables) ante la potencia de la comunidad. Somos perros de Pávlov que nacemos puros y buenos y si obramos mal no es nuestra culpa es del que nos da de comer y agita la campanilla.