Hoy he decidido dar el paso. Me sumerjo en el ciberocéano para ser por primera vez un elemento activo del mismo. No sé si un pez. Quizá no me sumerja. Quizá emerja y me convierta en una isla. Puede que así sea.
Hoy emerjo en este ciberocéano para ser por primera vez una isla. Pero una isla dentro de una red de islas. Hoy paso a ser una isla más de ese descomunal Archipiélago llamado Internet.
La isla que acaba de emerger, es como toda isla que aparece de sopetón, de naturaleza volcánica. Es pues, una isla explosiva, virulenta, cargada de gases tóxicos, ceniza y alguna que otra avalancha piroclástica. Erupcionará, lanzará rocas incandescentes y sangrará ríos de lava, pero no se alarme a la población. La naturaleza es así.
Como todas las islas volcánicas, al infierno de su nacimiento siguirá todo un paraíso. La riqueza de los materiales del interior de la tierra proporcionan un substrato idóneo para la proliferación de moneras, protistas, hongos y plantas... y con estos, los animales. La vida.
En la isla habrá arrecifes de coral, con meros, anémonas, peces payaso, jaquetones, morenas y alguna serpiente. En la isla habrá bosques de kelp con nutrias, camarones y bancos de boquerones. Habrá en la isla galeones hundidos con tesoros y escondrijos para que las sepias, los cangrejos y los buzos disfruten descubriéndolos.
En la isla habrá playas con cocoteros para que desoben las tortugas, selvas de mangle para que jueguen los monos, acantilados para que los cormoranes oteen el espacio en busca de sus presas... y bosques impenetrables para el que se atreva.
De vez en cuando algún tifón visitará la isla, todos serán bienvenidos.
¿Y qué tendrá esto que ver con el cine y su producción?
Me alegra que hagas esta pregunta...
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