miércoles, 2 de diciembre de 2009

Cine y Estado. Teoría de la subvención.


Hablemos de subvenciones.

¿Es bueno subvencionar? ¿Es beneficioso no permitir que el mercado tome las riendas del destino del cine? Bueno, existen argumentos en ambos sentidos; expondré los míos y si no gustan, no sé si tendré otros.

El cine es arte. Hay películas de indudable calidad que de no ser por las subvenciones, no habrían visto la luz; son películas que no son rentables, el mercado las habría enterrado en un cajón y el papel en el que estaba impreso el guión habría enmoecido en la oscuridad. No cabe duda, el mercado puede fallar y falla. Las subvenciones, pues, como toda ayuda del estado, son una forma de resolver dichos fallos de mercado.

Ahora bien, al amparo de lo que unos llamamos protección a la cultura, muchos cineastas realizan películas que, ni interesan a nadie, ni tienen calidad, ni son cultura... Es decir, que la comunidad corre a cargo de los gastos que suponen las películas de un buen puñado de egocéntricos caraduras que no tienen las agallas de hacer lo que les da la gana con todas sus consecuencias, como hace Pablo Llorca. Por no hablar de los productores que ven amortizados sus productos sin tener que pasar por el filtro del mercado (sea televisivo, taquillero, festivalero o lo que sea), es decir, que trabajan sin tensión. Vamos, como quemar lino a cargo de subsidios europeos.


En este caso, vemos que las subvenciones provocan vicios. Y el cine español está viciado. Y aparece la no tan famosa ORDEN, si salimos del estrecho círculo del cine.

Y todos a llorar. Las televisiones porque tienen que invertir su dinero donde otros se lo dicen. Los cineastas porque la mitad se queda sin hacer su película... Las juventudes porque no han leído y se comportan como borregos...

Por mi parte prefiero tener un cine virtuoso a viciado. Y si sólo tenemos un mercado interior de cuarenta y cinco millones de personas, habrá que resignarse. Pero también habrá que salir al mundo exterior. Apunto el término glocalización. buscadlo en internet.

En cualquier caso deberíamos definir si el cine es cultura o es industria. Y si es las dos cosas, definir qué películas son de un tipo y cuales de otro (y definir quién define lo que es cultura, que esa es otra)... Y que el Ministerio de Industria gestione una parte de los subsidios al cine y que la otra parte la gestione el Ministerio de Cultura: que se repartan la pasta. Claro que eso no iba a hacerle gracia a Cultura, y lo peor de todo, por cuestión de dinero. Y tampoco estamos para provocar guerras, que ya se sabe que el cine español dice NO A LA GUERRA.

Y mientras este país no encuentre mecanismos de financiación privada, incentivos fiscales a las agrupaciones de interés económico y ese tipo de cosas... (incentivos fiscales, una forma de intervención estatal distinta, en la que se atrae el dinero y no se gasta)

En fin, ¿y ahora qué?

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